Llega un momento en el
que la tecnología invade nuestra vida cotidiana de una manera brutal e inimaginable,
una tecnología cada vez mas invasiva y que evoluciona a un ritmo sideral,
ofreciendo unas ventajas y unas desventajas, en líneas muy generales podríamos
decir que lo que ganamos en libertad de acceso lo perdemos en privacidad.
¿Y cómo actuamos los ciudadanos ante
este fenómeno?:
Los ciudadanos cada vez nos volvemos más
permisivos en materia de intimidad, como lo demuestra el uso expansivo de las
redes sociales ,no nos parece importarnos tanto ser espiado por la CIA o por un
hacker agazapado en cualquier parte del mundo, como si la persona que hay
detrás controlándonos fuera nuestro propio jefe.
¿Cómo hemos llegado a esto?
Encontré una afirmación muy resolutiva
con respecto a este tema, decía que la tecnología tiene un doble uso: Yo disfruto;
alguien controla.
Y es que en pleno S.XXI, En pleno 2014,
quien no tiene controlado es porque no quiere,
debido a la creación y a la existencia de programas muy baratos y sencillos
para el control del trabajador, pondré dos ejemplos:
1-Existen programas que permiten grabar
las teclas que un empleado ha pulsado en el ordenador a lo largo de su jornada.
2-En el teléfono móvil de la empresa se
puede crear un programa con el que poder ver todos los mensajes recibidos y enviados,
incluso los que han sido eliminados.
Esto simplemente eran dos ejemplos, de
como la tecnología nos puede llegar a controlar. Incluso pudiendo tener al
trabajador controlado fuera de la órbita laboral.
¿Que supone estas nuevas aplicaciones
tecnológicas al mundo laboral?
Nos referimos a este ojo electrónico,
que todo lo ve, que se penetrante y dominante, consiguiendo gracias a la
tecnificación y a la informatización, unos instrumentos de vigilancia que
proporcionan al empresario una fuerza de choque superior a su poder tradicional
de dirección o disciplinario, y le permite verificar que el trabajador cumple
con sus obligaciones y derechos laborales, dándole al empresario grandes
ventajas de vigilancia, pudiendo detectar al empleado infiel o la neutralización
del llamado empleado "toxico”, que se escaquea, da mal ejemplo...Y
suponiéndole al trabajador un riesgo a sus derechos fundamentales como persona;
libertad, dignidad y especialmente el de la intimidad.
No pudiendo ofrecer la jurisprudencia
ninguna solución global y cerrada al problema, en este conflicto de intereses.
¿A dónde llegamos con esto?
Entendiendo el problema como una contienda,
la conclusión es que la protección de los derechos del trabajador va muy por detrás
del poder que ofrece el desarrollo de la tecnología.
No mezclemos churras con merinas. Si la empresa pone a nuestra disposición unas herramientas para realizar nuestro trabajo, lo lógico es que se asegure que las utilizamos para eso, y no para uso particular. Lo mismo si es un móvil como un martillo o un coche.
ResponderEliminarOtra cosa es lo del respeto a la intimidad con respecto a nuestros medios particulares o nuestras actividades personales con medios propios.
Totalmente de acuerdo,el objetivo de esta entrada era simplemente mostrar hasta donde se podía llegar con la tecnología,también como método de control mediante este ejemplo de interrelación trabajador-empresario.Siendo muy licito el asegurarse del desempeño de un trabajo y la buena utilización de los recursos ofrecidos por la empresa,pero ilícito si traspasara esos derechos del trabajador introduciéndose en su medio particular y su vida privada.Gracias por su opinión.
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