Hace poco más de diez años, Mark Zuckerberg, un estudiante de Harvard, creó
Facebook. Durante este tiempo, muchos han sido los cambios que ha vivido esta
novedosa red social. En sus comienzos se llamaba “The Facebook” y fue fundada por este joven estadounidense con el fin de poner cara a todos sus compañeros
de universidad y para facilitar la comunicación entre ellos.
Hoy
en día, Facebook ha superado los 1.100 millones de usuarios, ha traspasado
fronteras, se ha convertido en unos de los principales medios usado por las
empresas para darse a conocer y su creación ha sido llevada a la gran pantalla
de la mano del director estadounidense David Fincher.
En
nuestro país, los usuarios que acceden a esta red social cada mes, superó el pasado mes de septiembre los 18 millones, de los cuales un 72,2% lo
hacía desde el móvil. No obstante, los usuarios diarios se reducían a los 12
millones. Entre éstos, un 8,1% accedía desde el móvil.
Facebook
es ya una aplicación que forma parte de nuestra rutina diaria, ha supuesto un
antes y un después en cuanto a redes sociales se refiere. Pero son tantas
las horas que algunas personas pasan conectados a Facebook, que se comienza a
hablar de situaciones de dependencia patológica en muchos casos. Mucha gente
cree que solamente los jóvenes son los que mantienen esta dependencia
incontrolada con esta red social pero varios estudios han demostrado que
cada vez son más los adultos que caen en las redes de Facebook.
Esta
aplicación se ha adentrado tanto en nuestras vidas que, aunque gracias a
ella podamos mantener el contacto con amigos a miles de kilómetros,
paradójicamente, está afectando negativamente a nuestras relaciones
más cercanas. Pero, ¿es la herramienta informática la que produce este efecto
pernicioso o quizás, como siempre, sea la propia persona y el mal
uso que de la aplicación se hace la que ha hecho que algo que nació con el
propósito de fomentar y facilitar la comunicación y contacto entre las personas, esté propiciando el debilitamiento de la relación interpersonal directa…?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl debate que planteas es bastante polémico. Personalmente, pienso que es el ser humano el que sobrepasa el término medio, sin embargo, también es cierto que la propia empresa conoce la facilidad que sufre el hombre para la "adicción" y juega con ello con la finalidad de obtener beneficios (como cualquier entidad). En fin, como bien se dice, "entre unos y otros la casa sin barrer". Muy interesante el dilema, ¡¡te felicito!!
EliminarCuando una aplicación así tiene tanto éxito es porque ha descubierto que había una necesidad sin cubrir. Luego ya depende de cada cual el poner límites a su uso.
ResponderEliminarAlgo fundamental es saber gestionar bien sus opciones de privacidad. Pero lo más importante es ser prudente y tener sentido común.
Lo que más me gusta es, como decís, mantener contacto con gente que está lejos.
Obviamente, como con todo, es responsabilidad del usuario saber gestionar la aplicación. Está claro que los creadores de Facebook quieren que la aplicación se use lo máximo posible y van a "tentarnos" para usarla, pero somos nosotros quienes debemos poner el límite. Creo que la misma cuestión que planteas se puede ver de una manera más general para darnos cuenta de que, sencillamente, la llegada de las redes sociales a hecho cambiar nuestra sociedad, tanto en el plano personal como profesional. Aún así, me entristecería ver que el tiempo dedicado a las redes sociales fuese sustraído del tiempo dedicado a las relaciones cara a cara... en mi opinión la complementariedad es posible.
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