lunes, 14 de abril de 2014

Cuando la violencia se vuelve viral

Compartir videos en Whatasapp es ya algo normal.  La vida del usuario medio es ahora mucho más divertida, ¡dónde va a parar!  Un bebé riendo, un perro que canta, un resbalón tonto... Parecía que la compañía de mensajería había dado en el clavo. Pero no todo lo que reluce es oro.

     
Llegó un momento en el que ya no nos bastaba el niño que cae al río ni la abuela en el gimnasio. En el grupo de los primos seguía haciendo gracia, pero en grupos menos formales comenzaba a despuntar el gracioso que solía enviar contenido de mal gusto. Normalmente, de índole sexual. Con la aparición de este espécimen digno de profundo análisis, nos dábamos una vuelta por la galería de vídeos y nos llevamos las manos a la cabeza. ¿Cómo ha llegado esto aquí? Luego te acordabas del amigo gracioso, y todo quedaba en una anécdota. Desagradable, pero no excesivamente grave.
      Hace tiempo advertí una nueva fase en este proceso de viralización de los contenidos multimedia. Recuerdo estar estudiando en la biblioteca cuando mi compañero me dio un toque para enseñarme un vídeo bastante curioso. Aquella fue la primera vez que escuche el término "palanquilla". A partir de ahí los vídeos sexuales de menores corrieron como la pólvora y la gente se sentía orgullosa de compartirlos. La situación se iba de las manos: en los grupos de whatsapp comenzaba una competición para ver quién subía el vídeo más gore. Algunos comenzábamos a preocuparnos (para burla de otros), pues la afluencia de contenido de sexo entre menores, acoso escolar, palizas callejeras, maltrato explícito de animales o muertes en directo, no dejaba de ascender.


          La viralización parecía haber tocado techo, pero el ser humano es un ser excepcional. A principio de curso un chaval me pasó un móvil para que viese "lo nuevo". La curiosidad me picó, pero no conseguí ver más de una décima parte. Aquella noche no pude dormir con la imagen del hombre al que degollaban con un cuchillo de cocina y moría desangrado a pocos centímetros de la cámara.
        No fue un caso aislado. Varios me hablaron después de otros vídeos de ejecuciones explícitas donde grababan a las víctimas para conseguir vídeos virales.  Uno me comenta divertido como a un hombre le cortaban los dedos con un machete. Luego me preguntó si me apetecía ver cómo castraban a un joven en medio de un corro de curiosos. Parecía que se le salía el orgullo por las orejas. 
     Cuando intento imaginarme a dónde vamos a llegar con esto recuerdo un libro que leí hace algunos años: Donde surgen las sombras, de David Lozano. La trama giraba en torno a un videojuego de rol donde las personas eran controladas, torturadas y asesinadas por jugadores desde sus pantalla. En su momento me pareció un recurso fácil para hacer una novela juvenil más. Viendo el indigerible interés por la violencia extrema que está desarrollando esta nueva sociedad informatizada y culturizada, me llega a resultar incluso factible. ¿Qué pretendo escribiendo esto? Concienciar. Nadie más ha hablado del fenómeno, y sólo hace falta darse una vuelta por Google Imágenes para saber que está ahí. ¿Nadie ilegaliza esto? ¿No existe ningún tipo de control? Es evidente que no, los vídeos extremos siguen en las redes sociales, más virales que nunca. ¿La única forma de actuación? Fácil: no compartir y denunciar cuando se haga. Pero mucho me temo que la situación seguirá así por mucho tiempo. Espero equivocarme.

3 comentarios:

  1. Concuerdo completamente contigo. La verdad es que en nuestra sociedad cada vez se tiende más a utilizar recursos generalmente considerados como "tabú" o "morbosos" tales como la violencia o el sexo para ganar fama. Y digo ganar fama porque, habitualmente, se mantiene mucho mejor en el pensamiento un vídeo donde aparezca contenido fuerte que el típico vídeo de perros comiendo como humanos o jugando con bebés. Sin embargo, todo tiene un límite. Ojalá alguien se de cuenta de que cosas como estas deben ser erradicadas

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  2. Recuerdo cuando leí "Donde surgen las sombras", fue realmente incómodo pensar que fuese posible que ocurriera. Lo peor es que nadie nos asegura que no ocurra.
    En relación al bullying, los vídeos con contenido sexual, etc., no tienen un control estatal, es decir, no se sabe de donde proceden o buscar de donde vienen implica un gasto desmedido (aunque en ocasiones si se encuentran a los agresores después de intensas investigaciones) y en ocasiones entrometerse en jurisdicciones fuera del país. Por tanto, es un tema espinoso y peliagudo como el que más, pero si lo pensamos es un tema de sentido común: si hay material con contenido sensible, son los usuarios los encargados de ponerle, como mínimo, el límite de su propagación mediante su cuenta, si todos los usuarios hiciesen esto, no habría que discutir sobre su propagación. Claro que el sentido común no abunda en la red y no paramos de ver este tipo de vídeos. Es que si reflexionamos estamos dándole "coba" a la persona que lo hace y de esta forma CONTRIBUIMOS a que dichos "especímenes" sigan haciéndolo, ya que ven que tiene público que lo consume.
    En mi opinión, estos vídeos solo nos demuestran una cosa: la degeneración de la raza humana.

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  3. Por cierto, felicidades por la entrada xD

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